Después de varios años de investigación y debate, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha decidido cambiar el nombre y el enfoque de la transexualidad. Hasta el año 2017 se consideraba un desorden de la sexualidad. A partir del 2018 se reconoce como una condición relacionada con la salud sexual. Su nueva denominación es INCONGRUENCIA DE GÉNERO y se refiere a la diferencia que existe entre el género con el que se identifica la persona y el sexo asignado al nacer.